El sol que tibiamente se deja caer en las tardes en el pasto del Parque, ha hecho que proliferen grupos de escuelas y liceos ensayando coreografías, otros haciendo los pic-nic, jugando pichangas, paseos en bicicleta, malabares, yoga o capoeira al aire libre.
El viento, en tanto, hace lo suyo, convocando a los niños y jóvenes del sector a encumbrar volantines al interior del Parque, llenando de colores el cielo porteño contiguo. El hilo curado, eso sí, tiene vetado su ingreso al recinto.
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