Desde el momento en que formulamos la hipótesis de apertura del Parque mediante la propuesta de los encuadres del Cuerpo, la Palabra y la Imagen, teníamos claro que debíamos producir el montaje de “Ciudad Abierta”. Se trataría de una gran producción organizada en conjunto con la Corporación Amereida y la Escuela de Arquitectura, pudiendo enfrentar este encargo como una “travesía” desplazada. Me perdonarán mis amigos de la Escuela por tomar prestadas algunas nociones que ellos han elaborado y en cuyo empleo puedo incurrir en forzamientos que se alejan del sentido original. Solo quiero decir que en los préstamos conceptuales siempre hay una merma de sentido. Me arriesgué a trabajar con esa merma y elaboré la hipótesis de producir una “curatoría” como si fuera una “travesía”. Pero la travesía solo se entiende en el marco de vuestra enseñanza. Ya constituye un problema formal el traslado de un enunciado producido bajo determinadas condiciones, a un espacio de exhibición. Y es más, poniendo en crisis la noción misma de exhibición. Por eso, esta es una muestra de características complejas, en cuya base aparece Valparaíso como soporte de ficción constructiva, a lo menos en tres planos: la Palabra (poética del espacio), la Acción (Ciudad Abierta) y los Proyectos (la construcción de una enseñanza).
Aparece Valparaíso, pero sobre todo, aparece la escuela. Aparecen 60 años de escuela. En la primera Conferencia Latinoamericana de Facultades de Arquitectura realizada en Santiago en 1959, la Escuela muestra por primera vez su trabajo públicamente. En esa ocasión, Alberto Cruz planteó algunas cuestiones que me parece pertinente mencionar, en esta exposición de homenaje a los 60 años. La primera frase de su discurso fue la siguiente. Todos ustedes la conocen. Pero es importante que estas frases sean pronunciadas fuera del espacio de la escuela, en este lugar, que es un dispositivo de expansión y de relocalización del discurso.
Alberto Cruz dijo: “Cuando fuimos invitados a participar en esta Exposición, pensamos cómo podríamos traer todo lo que estábamos haciendo. Entonces pensamos traer todo el material del presente año. Pero no bastaba. Teníamos que traer también los motivos por los cuáles estamos haciendo nuestro trabajo actual. Teníamos que traer nuestra propia intimidad”. Y más adelante declara: “Los arquitectos son aquellos que de la vida, del vivir, de la intimidad, saben leer, saben construir el rostro que tiene en el espacio”.
Cuando pensamos en hacer esta exposición, para la que ya llevamos conversando dos años, lo primero que apareció como necesidad fue traer hasta acá todo lo que han hecho. Había que traer no ya los motivos, sino la palabra. ¿Cómo escenificar dicha palabra? En ese discurso, Alberto Cruz termina diciendo “la palabra está en la tarea”. La palabra está en Amereida. La palabra está en las observaciones de Valparaíso. La palabra está en el momento de mostrar la Escuela, fuera de la escuela. En este momento, el Parque Cultural de Valparaíso acoge la palabra de la Escuela, se hace cargo de su intimidad, para aprender de ella a leer el espacio y la dimensión institucional de nuestra propia tarea.
Gracias.