“La Expulsión de los Jesuitas” narra la historia de cómo, en 1767, Carlos III expulsó de sus territorios a la congregación. De Chile fueron expulsados 380 jesuitas, que además eran científicos e historiadores, entre otras profesiones.
«El bufón es un ser que ya no tiene nada más que perder: es deforme, enano o contrahecho, entonces puede decir lo que quiera y desagradar a quien quiera, pero debe hacerlo con maestría porque si no, le cortan la cabeza».
La definición dicha por Francisco Sánchez, director de la compañía Tryo Teatro Banda, cobra sentido con su nuevo montaje, La expulsión de los jesuitas, porque narra un episodio alejado de la historia oficial del país: un relato que tiene zonas oscuras y que ha sido relegado para evitar incomodidades; por ello, la comicidad y la sátira se vuelven necesarios.
Luego de más de una década consagrado al teatro juglaresco para contar episodios de la historia de Chile, con aplaudidos títulos como Cautiverio felis (..), Jemmy Button y La Tirana, la compañía se sumerge en la técnica del bufón para contar la historia de una de las más fecundas aportaciones hecha en los tiempos de la Colonia: cómo la orden de los Jesuitas aportó al desarrollo del naciente país en arte, minería, educación o conocimiento, y de cómo un día de 1767, fueron sacados del territorio, puestos en un barco y exiliados en España.
«Desde antes de la gran rebelión mapuche de 1598 hasta la expulsión de 1767, no hay tema que no pase por ellos», explica Sánchez. «La expulsión fue súper dramática porque muchos de ellos eran chilenos, hijos de españoles nacidos acá, y esto fue una movida para extirpar a estos criollos. ¿Qué le pasó a Chile con eso? Parece que el país nace con la independencia y de ahí para atrás no existe. ¿Y por qué no sabemos más de eso?, porque hay un intento por borrar el pasado colonial», sostiene.
El montaje, es fruto de una larga investigación en que el aplaudido colectivo de actores-músicos indagó en la herencia jesuítica y se encontró con sorpresas, como los textos del sacerdote alemán Franz Lang (uno de ellos, Dissertatio de actione scenica, editado en 1727), autor de una teoría dramatúrgica que era distribuida en el siglo XVIII a todas las órdenes jesuitas del mundo. «Este instructivo teatral proponía a la música como central del lenguaje teatral, y nos inspiramos en el uso de instrumentos y en su técnica», dice Sánchez, y agrega que estos hallazgos le permitieron descubrir que desde la óptica del bufón era mejor contar esta historia.
Por ello, el paso siguiente fue invitar a Andrés del Bosque a dirigir el montaje. Autor de larga trayectoria ligada al teatro clown (Las siete vidas del Tony Caluga), del Bosque está radicado en España y trabaja con la técnica del bufón, la que dice, debe ser escenificada por una banda de cinco. «El mundo de la juglaresca está directamente relacionada con el bufón. Si miras atrás, la risa está instalada en los rituales; los bufones sagrados y los payasos rituales están en casi todas las culturas», aporta del Bosque, y Sánchez agrega: «Cinco es el numero ideal de una banda de bufones, y nosotros somos justamente cinco».
Fuente La Tercera.com.