Obra teatral que se inspira del caso acontecido a Sebastián Acevedo Becerra el año 1983, cuando 2 de sus hijos fueron secuestrados por la CNI, hecho que le llevó a tomar la decisión de inmolarse frente a la catedral de Concepción el día 11 de noviembre de aquel año.
La propuesta se propone el desafío de abordar lo sucedido desde la mirada de Sebastián Acevedo como padre y no desde los ribetes políticos que le son propios al suceso. Por ello es que la pieza es construida como un monologo que dialoga con el hecho puntual acontecido el 11 de noviembre, pero también con la historia personal y familiar de Sebastián y con la propia historia de Chile; intentado cuestionar las luchas y resistencias dadas en dictadura y que hoy, de una u otra manera, han pasado a formar parte del patrimonio inmaterial de Chile, souvenir casi folklórico elevado desde el dolor de quienes lucharon.
La pieza hace uso de elementos estéticos propios de las artes visuales y la perfomance, tanto en su propuesta visual como en la interacción que establece con el público. Por otro lado, el mundo sonoro es creado a partir de la décima, del canto campesino y de las afinaciones que le son tan particulares.
El texto fue creado a partir de una serie de entrevistas realizadas a familiares de don Sebastián, en particular a María Candelaria Acevedo Sáez, Erica Acevedo Sáez (sus hijas) y a Elena Sáez, su viuda. Además de ello se revisaron documentos y fotografías personales, facilitados por la propia familia.