George Floyd, quien cargaba sobre su cuerpo las “marcas” de ser negro y afrodescendiente, ha sido el símbolo mundial de la lucha contra el racismo en este escenario de pandemia. Su asesinato recorrió el mundo y copó los noticiarios de los últimos días, exhibiéndonos una vez más, con la brutalidad de siempre, las realidades que viven y han vivido muchas comunidades que conviven en minoría entre culturas hegemónicas en distintos países del globo.
La distinción blanco/negro y su naturalización, como base histórica del problema, nos interpela a generar diálogos desde distintas posiciones y miradas multidisciplinares para la búsqueda de respuestas. Mejor aún, para el desarrollo colaborativo de propuestas que permitan fortalecer el respeto, la dignidad, la presencia y participación activa y como pares de esa rica y basta otredad en nuestras comunidades, con un enfoque de interculturalidad, que incluya a las diversas culturas de manera equitativa e integradora sobre la base del diálogo y el respeto mutuo *1.
El arte y sus distintos lenguajes manifiestan la cultura y sus diversas expresiones, referidas a las maneras que tenemos de vivir juntos. Particularmente el cine nacional, en los últimos veinte años, ha buscado reflejar, como un espejo, la realidad social, política, económica y cultural que vive nuestro país con memorables y premiadas producciones, cuyo propósito ha sido problematizar temáticas tanto complejas como disruptivas, relevando así el lugar del arte y su función política en la sociedad. Jaques Rancière (2010) *2 explica que la experiencia del arte no es pasiva- contemplativa, sino que a través de la mirada del hecho artístico se tiene el poder de asociar y disociar, construir y reconstruir, significar y resignificar nuestra experiencia del mundo. Ello implica también la ruptura de los espacios sensibles para poder crear en cualquier individuo la posibilidad de una experiencia estética *3 . De esta forma, el arte, por sus características, es una herramienta fundamental para la denuncia y la transformación social.
En Chile, tanto el estallido social como la emergencia sanitaria, producto de un virus que nos llegó desde muy lejos, han evidenciado la profunda crisis social que nuestro propio sistema auto- reproduce. Estos otros virus no vienen desde lejos, son el resultado de un modelo capitalista que enajenó nuestra cultura; es decir, nuestras formas de vivir y convivir y que hoy debe convocarnos a repensarnos y reinventarnos. Si en algo miles coincidimos es que después de esta emergencia nada puede ser igual, con mayor o menor esperanza, con nuevos horizontes posibles pero siempre desde el sentido colectivo. Nunca más desde lo individual. El racismo, la xenofobia, la discriminación, la violencia contra las mujeres, el abuso de adultos mayores, la desigualdad social, han causado más muertes en el mundo que el propio coronavirus y se agudizan como consecuencia evidente de esta pandemia mundial.
En estas horas nos remueven las imágenes de migrantes durmiendo fuera de las embajadas, rogando por volver a sus países en este contexto de pandemia, porque ellos y ellas han llegado a nuestro país buscando mejores expectativas de vida, dada las condiciones de pobreza o violencia que han padecido en sus países ¿Y con qué se encuentran? Xenofobia que se apodera de una sociedad con distanciamiento y fronteras que se trazan como muros de protección de nuestro territorio físico y simbólico; construimos todo tipo de imágenes, representaciones y estereotipos sobre los migrantes. Es, a lo menos impactante, revisar los datos de una encuesta realizada por el Centro de Estudios Públicos (CEP) *4 entre abril y mayo de 2017 a ciudadanos/as chileno/as, que muestra que el 40% de la población piensa que los/as inmigrantes les quitan los trabajos a las personas nacidas en Chile y el 41% está de acuerdo en que ellos y ellas serían responsables de elevar los índices de criminalidad en el país. Sólo el 35% estuvo de acuerdo en que los inmigrantes mejoran la sociedad chilena trayendo nuevas ideas y culturas.
Los datos confirman este imaginario social sobre los/as migrantes, especialmente sobre los/as negros/as, que circula entre chilenos/as. Ello tiene consecuencias directas sobre la realidad que viven y la constante precarización laboral, criminalización y marginación de nuestro sistema social, con absoluta vulneración de derechos, cuestión que no es nueva en nuestra historia nacional y que se prolonga desde la colonia y la fundación del Estado Nación ¿Cómo promovemos la construcción de un nueva relación, articulación y diálogo entre diferentes? Sólo con respeto, legitimidad, simetría e igualdad y a través de un proyecto político, social, ético, epistémico y educativo que asuma la descolonización como estrategia y acción. De esta forma, la reciprocidad y el afecto son las bases para la construcción de las identidades migratorias, esfuerzo necesario, especialmente en sociedades poco tolerantes a la diversidad como en la que vivimos.
Son nuestros espacios laborales, familiares, académicos, barriales, entre otros, los lugares de convivencia desde donde debemos aportar a esta discusión, fomentando, especialmente, el
encuentro y la interacción entre culturas, que permitan crear nuevas formas que integren significados propios y nuevas otredades. La integración, a diferencia de la asimilación, implica que ejerzan el derecho a conocer su cultura de origen y que esto suceda en el contexto local, de este modo, se refuerza una identidad y un sentido de pertenencia transnacional (Imilan, 2014) *5 . Esperamos que la nueva vida en común, la nueva cultura post-pandemia, nos remueva de todos estos prejuicios y discriminaciones, para convivir con otra solidaridad, con mayor creatividad y mayor integración, porque como dice Tony Puig la cultura siempre, siempre nos propone cómo queremos vivir y convivir *6.
Desde el Parque Cultural de Valparaíso, en el Día del Cine Nacional, compartimos con ustedes la película chilena “Perro Bomba”, que relata la historia de Steevens, un joven migrante haitiano que vive en Chile y su vida se desestabiliza cuando llega su amigo Junior. Esta iniciativa se realiza en conjunto con Insomnia Teatro Condell, impulsando una campaña a beneficio a nuestrxs amigxs, quienes con la emergencia sanitaria han cerrado sus puertas, paralizando el ingreso mensual que les permitía sustentar los costos de mantención del espacio. Sabemos que para nuestra comunidad esta Sala de Cine y colectivo de trabajo es fundamental en la difusión del cine chileno y tenemos la convicción también de que esta crisis requiere de la complicidad y fraternidad entre todos los/as actores del sector cultural de nuestra región. Sólo así la solidaridad se hará carne, piel, espíritu y movimiento.
1 UNESCO, 2005. Artículo 4.8 de la Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones
Culturales
2 Rancière, J. (2010) El espectador emancipado. Castellón: Ellago ediciones.
3 Yazigi, C. AISTHESIS Nº 50 (2011): 277-280 · Instituto de Estética – Pontificia Universidad Católica de Chile
4 https://www.cepchile.cl/cep/site/artic/20170601/asocfile/20170601155007/encuestacep_abr_may2017.pdf
5 Imilan, W. 2014. Restaurantes peruanos en Santiago de Chile: construcción de un paisaje de la migración. Estudios Sociales 48:15-28
6 https://www.tonipuig.com/assets/2-(1)-ahora-en-el-post-coronavirus.pdf.marzo-mayo 2020.pdf