El 1 de febrero hubo apertura de sala de la exposición de Arte Visual “Dispositivos Marginales”, de Gonzalo Miralles, en la Sala Laboratorio del Parque Cultural de Valparaíso, que trata sobre las personas privadas de libertad. Alonso Yáñez, Jefe de Programación del Parque, se refiere a la muestra y comenta la reflexión a la que invita: “La exposición nos sumerge en la problemática gigante que tienen muchos jóvenes y población adulta de nuestro país para poder reinsertarse a la sociedad después de cumplir su condena carcelaria. Esto habla de los puntos de demarcación, estadísticas y las situaciones que le juegan en contra a este tipo de personas.”
Para el Parque Cultural montar este tipo de exhibiciones artísticas en el contexto de emergencia sanitaria acerca a las comunidades desde un lugar seguro y de contención. Alonso Yáñez comenta sobre la precariedad de las artes en estos complejos momentos : “Tengo la sensación de que las Artes Visuales es la disciplina artística más afectada por el efecto de la pandemia, porque obliga la presencialidad. Si los proyectos no son pensados inicialmente para la virtualidad, cuesta mucho hacer la conversión. Este año ya con la Fase 2, tenemos la posibilidad de tener aforo reducido y presencialidad, además de los recorridos virtuales 360°. Frente a eso hay un discurso editorial que se viene desarrollando desde el año pasado (2020). Habíamos dividido el año en cuatro ejes: Dignidad, Libertad y Justicia, Igualdad y Diversidad y Bien Común.”
La exposición estará montada hasta fines de febrero y se puede visitar de lunes a viernes de 10 a 17 hrs, en la Sala Laboratorio con un aforo máximo de 5 personas.
¿Cómo surge la idea de “Dispositivos marginales”? ¿Por qué ese título?
“Dispositivos Marginales” surge a raíz de mi experiencia como abogado y luego como estudiante autodidacta de Artes Visuales en variados talleres. Estuve con Eugenio Dittborn (Premio Nacional de Artes) y además, en la práctica profesional de derecho en la Corporación de Asistencia Judicial, que la hice en la Oficina de Defensa Penal, donde me tocó visitar algunos recintos penitenciarios. Ahí me di cuenta que había muchísimas ganas de sobresalir, lo mucho que las personas querían cambiar en cuanto a su su rumbo; y me llamó la atención la escasez de oportunidades que tenían para cumplir esos objetivos, como consecuencia del círculo vicioso que hay respecto a cómo combatir la reincidencia delictual. Lo encontré paradójico al menos. El hecho de que se les sigue quitando herramientas y oportunidades, siendo que nunca las han tenido para insertarse por primera vez siquiera.
Yo me dedico, a través de una organización, la Comunidad de Organizaciones Solidarias (COS), a un proyecto social que se llama ‘Juntos Por la Reinserción’, donde trabajamos en conjunto con el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos; La Confederación de la Producción y del Comercio está a cargo de forjar alianzas con las empresas, para que se llegue a una contratación laboral de los privados de libertad que nosotros capacitamos técnicamente y en habilidades transversales.
Las maneras en que abordo este tema son a través de la participación en las políticas públicas de alto impacto y de la intención de generar conciencia a través de las Artes Visuales.
Un dispositivo es un artificio para lograr una acción prevista. Lo marginal es lo que está fuera de las normas establecidas. Accionar desde lo que está al margen.
¿Cuál es la inclinación política de tu trabajo?
Mi inclinación política en este proyecto es independiente, en definitiva busca el <<bien común>>.
Creo que el hecho de insertar a alguien y confiar en el mercado como una herramienta (con el sistema que está vigente y que es inevitable) y encontrarle el sentido al trabajo; hasta el momento ha resultado ser una buena idea, desde la mirada de la derecha que, tal vez podríamos decir, tiene una mayor cercanía al sistema neoliberal de mercado, que busca tener un índice financiero, es en realidad de una deficiencia brutal; el despilfarro de recursos no cumple con lo que exige una política pública de calidad. Entonces nosotros, a través de capacitaciones técnicas, el desarrollo de habilidades transversales para poder insertarse, más la garantía de un cupo laboral cuando se cumpla la privación de libertad, logramos impactar de manera más económica, con muchísima más efectividad y cumpliendo las garantías constitucionales y de derechos humanos.
Hay una estadística que es la razón de que este proyecto exista, que es que cuando nosotros logramos que una persona permanezca los primeros tres meses en la empresa en la que la colocamos, hay un 75% de posibilidades de que en un año esté trabajando en esa misma empresa o en otra. Ahí hay un tema de autoestima importante. Las personas, a pesar de su situación y sus adversidades, se sienten con la capacidad de trabajar como una persona común y corriente; aunque antes existían estos prejuicios desde estas personas hacia el sistema social. En general, no tienen referentes cercanos, de lealtad ni de educación cívica, que en teoría, nosotros tenemos en nuestras familias.
Volviendo al tema de la derecha y la izquierda, a mí me cuesta mucho entender por qué se sigue hablando en esos términos; son sacos que engloban demasiadas y diversas inclinaciones que no necesariamente tengan una relación, menos en los tiempos que vivimos. Desde la humildad que merece opinar al respecto y sin ser un especialista, no por estar a favor del mercado alguien va a estar más a favor de la iglesia o contrario al aborto o va a tener más cercanía a las burguesías y a los privilegios. Y lo mismo ocurre con la izquierda; no por querer un rol más preponderante del Estado en las políticas económicas uno debería estar más de acuerdo con el aborto y con el pueblo por ejemplo. Son cosas que se pueden entretejer desde varias inclinaciones y con posturas más eclécticas. Creo que encerrar a todo el mundo en un saco con elementos tan diversos a mí no me convence, cuando uno perfectamente puede tener posiciones híbridas.
En tus trabajos anteriores se ve mucha energía contra el sistema establecido, ¿cuál es tu búsqueda artística?
Para poder responder esa pregunta, debo aclarar algo. Considero que una obra de arte, describe un cierto contexto y no necesariamente debe tener concluida una tesis al respecto. Creo que es relevante y forzoso que cuando un observador presencia una obra de arte, pueda sacar sus propias conclusiones. Conclusiones algo guiadas, algo intencionadas, pero creo que una buena obra de arte lo que hace es ceder ese espacio abierto que surge de un relato descriptivo. Cuando se hace un relato descriptivo de una temática social tan grande como los privados de libertad, genera esa conciencia por medio de las artes visuales, como el hecho de mostrar el acto de lanzar zapatos a los cables eléctricos, que se ha convertido en un símbolo prácticamente universal de estos grupos más marginales de las heterogéneas sociedades del planeta.
En tu pregunta mencionas ir en contra del sistema. Yo lo veo más como ofrecer una alternativa de carácter más constructivo que destructivo. No sólo crítico, sino que además propongo una opción real, de impacto de política pública que nos hace bien a todos por donde lo mires.
¿Cómo siente que es valorado el arte visual en Chile?
Hay de todo un poco, pero mi reacción ante esa pregunta es bastante frustrada. Hoy en día es muy complejo encontrarse con alguien que pueda considerar valiosos los aspectos del arte contemporáneo. Es bien caricaturesca la ignorancia que hay. E irónicamente, esa ignorancia se ve principalmente en las clases acomodadas. Tal vez son los más incultos en este ámbito, porque han sido conquistados, endemoniados, persuadidos, para vivir y comprar en un sistema donde el ingreso financiero es “lo que hay que hacer” como primer y casi único objetivo de vida. La pandemia ha ayudado bastante en hacernos considerar que, aun con dinero, el mundo se acaba, todos nos morimos de la misma manera y todos nacemos en pelotas. He ahí la igualdad, más allá del estrato y por lo tanto: natural.
También pienso que Chile es de primer nivel en términos de calidad de los artistas visuales. Hay una interesante escena, que tiene mucho que decir y mostrar. Hay que lograr un mayor impacto desde este frente. Estas expresiones son muy mal vistas y podemos hacer muchas cosas. Los Artistas Visuales no tienen la relevancia que me gustaría, no nos dejan cumplir un rol social, se prescinde de ellos en las políticas públicas y eso es lo que debería cambiar. A veces me imagino estos consejos que tenían los reyes o autoridades antiguas y que para la toma de decisiones en los asuntos políticos había, forzosamente artistas y filósofos; eso es crucial. Yo lo he experimentado a través de una organización que se llama el 3xi; lo que hacen es, a través de la definición de ciertas temáticas sociales, invitar a personas influyentes en estas problemáticas y convocan “pares improbables”, para que haya un encuentro y se pueda empatizar con la situación del otro, haciendo dialogar posiciones aparentemente contrarias. Un encuentro se hizo en el Museo de Arte Contemporáneo de Quinta Normal, en una exposición de Louis von Adelsheim, artista alemán, que, de hecho, presentó una investigación de dos años en la cárcel de Valparaíso, que se llamaba “Los Muros de Chile”; ahí fue desde el Ministro de Justicia y personas de bastante impacto político, empresarial, de la sociedad civil; desde gendarmes hasta ex privados de libertad, sentados en la misma mesa. Ahí surge este proyecto. Yo fui invitado porque estaba trabajando en Proyecto B, una fundación que se dedicaba a insertar laboralmente a los jóvenes del SENAME que habían infringido la ley.
Como conclusión, creo que a todos nos debería interesar de sobremanera, por encima del interés particular, el interés colectivo. Cuando eso lo tengamos claro, vamos a ser todos más felices de hecho, en lo individual. Forma y fondo. El fondo sería la felicidad colectiva y la forma es a través de la cantidad de mentes que hay en este mundo para lograrlo, en la medida que no se vulnere el derecho ajeno. Eso es pues, la única “limitante” a la tan preciada libertad. Pero, dicho sea de paso, que cuando se vulnere el derecho ajeno, el ofensor no sea privado de libertad y se aplique el tono constructivo para el interés colectivo, y así otorgar las herramientas pertinentes. Lo que Jakobs decía al respecto, esto de “valorar el bien jurídico vulnerado”.
Ese debe ser el fin último de la condena para que coexistamos todos con las mismas oportunidades.